La mayoría de los problemas sanitarios causados por las aves silvestres están asociados con las palomas bravías de las ciudades, las gaviotas, los mirlos, los estorninos, los cuervos y los gorriones. Pueden ser vectores de virus causantes de encefalitis, bacterias patógenas como E. coli y Salmonella, y portadores de otros vectores como garrapatas etc.
Los patógenos relacionados con las aves pueden ser propagados en el aire, por ingestión, y por contacto directo con las aves o insectos que se alimentan de sangre, como los mosquitos y las garrapatas. La capacidad que tienen algunos hongos patogénicos y bacterias de crecer en los excrementos y nidos de las aves podría suponer un peligro para la salud pública en grandes dormideros comunes o grandes colonias de anidación en áreas urbanas y suburbanas.
Las especies de aves que tienen altas densidades de población, que duermen gregariamente o se congregan en fuentes de agua, alimento u otras áreas urbanas son importantes debido a los contactos frecuentes que permiten la transmisión de los patógenos.
Las aves acuáticas, aún en situaciones urbanas, atraen a un mayor número de insectos chupadores de sangre como los mosquitos que las aves terrestres, mientras que las aves de los bosques y las que buscan comida en el suelo son parasitadas por garrapatas. La movilidad y la capacidad migratoria de las aves son otros factores cruciales; hacen que el transporte y la propagación de los patógenos sean más efectivos.
La sobrepoblación de aves urbanas infectadas e insectos vectores, y el contacto íntimo entre las personas y las aves urbanas infectadas o sus hábitats, aumentan el riesgo que se propaguen las enfermedades portadas por las aves.